
Somos profesionales en el uso de máscaras. Engañamos a nuestros amigos, colegas e incluso a nuestros seres queridos con las diversas máscaras que usamos. En la mayoría de los casos, evitamos expresar quiénes somos en realidad y lo que realmente pensamos porque deseamos encajar, obtener aprobación y, lo que es más importante, tratar de minimizar los conflictos.
Usamos máscaras para emitir la impresión o la ilusión de una “vida perfecta”, tener el trabajo o la ocupación correcta, el coche adecuado, la casa adecuada, la pareja adecuada, la ropa adecuada, y así sucesivamente.
Nos escondemos detrás de etiquetas, títulos y poses. Nuestra verdadera identidad está cubierta por la falsa identidad de nuestras posesiones, roles, acciones y palabras. Nuestro ego nos atrapa en este mundo artificialmente organizado; todo fuera de nuestra percepción de necesidad de aceptación.
Algunos usamos máscaras de grandeza, mientras que otros usan máscaras muy sencillas, temen expresarse, temen el juicio y el posible rechazo de los demás. Usamos máscaras porque tememos que otros vean quiénes somos en realidad. Necesitamos protegernos de su juicio y ataque emocional, por temor a exponer nuestras debilidades, por temor a que no seamos lo suficientemente buenos, por temor a no pertenecer.
Por lo general, las hombres han aprendido a ocultar sus debilidades y sentimientos y, en su lugar, han aprendido a actuar de forma “fuerte”, constantemente emitiendo un aire de autoconfianza. Por otro lado, las mujeres han sido condicionadas para esconder sus fortalezas, actuar de forma dulce y parecer relativamente indefensas y, en la misma línea, no amenazantes. Al igual que los actores en el escenario griego, todos nos esforzamos por entretener y complacer a la audiencia, preocupados por la apariencia “correcta”, las líneas “correctas” y, después del telón, la revisión “correcta” de nuestro desempeño. A veces nos ponemos las máscaras del “payaso”, del “tío duro”, de “la Madre Teresa” o la máscara que el ambiente nos pide que nos pongamos para representar el papel “que nos toca”.
Cuanto más usemos estas máscaras y desempeñemos el papel de otra persona, más alejados estamos de nuestro yo auténtico. Perdemos confianza en nosotros mismos cuando dejamos que otros determinen quién deberíamos ser. Movidos por las opiniones de los demás, perdemos nuestros propios pensamientos y comenzamos a cuestionarnos a nosotros mismos. Preguntamos a los demás qué papel deberíamos jugar y qué líneas deberíamos decir, deseando conformarnos, esforzándonos por complacerlos. Pronto, nuestras relaciones sufren. La vida deja de fluir libremente a través de nosotros y, como consecuencia, nos volvemos cada vez más frustrados, estresados, enfermos y deprimidos. Pronto podemos simplemente “quemarnos”. Es por eso que muchas personas ven la depresión como el estado de separación de nuestro verdadero yo, cuando nos olvidamos de nosotros mismos.
Muchas personas, sin embargo, alcanzan un punto de inflexión, especialmente alrededor de la mitad de la vida, cuando se despiertan y se hacen la pregunta existencial: “¿Quién soy?”. Saben que quieren vivir de manera más auténtica, vivir con más significado. En efecto, están empezando a dar los pasos necesarios para trazar la línea en la arena, quitarse las máscaras y decir: “Esto es lo que soy”.
Lleva tiempo. Después de usar tantas máscaras diferentes durante tantos años, no es fácil conectarse con nuestro verdadero yo y, lo que es más importante, expresar nuestro verdadero yo en compañía de los demás. Llega un punto en que nos olvidamos de quiénes somos realmente.
“Conocerse a sí mismo es el comienzo de toda sabiduría”, dijo Aristóteles tan sabiamente.
Conocernos a nosotros mismos, comprender nuestras motivaciones más profundas, nuestro lado positivo así como nuestro lado oscuro, puede ayudarnos a construir la confianza que necesitamos para expresarnos de manera auténtica y vivir vidas más significativas ¿No es hora de que te quites las máscaras que has llevado puestas durante tanto tiempo? ¿Quién eres realmente?
Una forma de terapia que trabaja mucho con las máscaras es la terapia Gestalt. ¿Sientes curiosidad?
Si has llegado hasta aquí, esto te interesa
Igual aquí hay algo para ti:
- Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas (Edgar Cabanas)
- Tus zonas erróneas (Wayne W. Dyer)
- El arte de NO amargarse la vida (Rafael Santandreu)
Para saber más sobre lo que hago, visita www.luismiguelreal.es