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Cómo prevenir la depresión

¿De qué hablo en este artículo?

La depresión, un mal de nuestra sociedad

Los síntomas que pueden presentarse son muy variados, pero siempre está presente una profunda tristeza; recordemos que la tristeza es una emoción natural, cuyo componente principal es la pérdida. Los síntomas más frecuentes son los siguientes:

  • Bajo estado de ánimo: Este estado está presente la mayor parte del día, y la mayoría de los días. Las persona con depresión suelen afirmar que se sienten vacías, sin interés por lo que ocurre a su alrededor.
  • Reducción del interés o de la capacidad de disfrute de casi todas las actividades. Afirman que han perdido la capacidad de disfrutar de las actividades o de las cosas que antes les daban placer. De esta falta de interés o bajas expectativas sobre las cosas, también se reducen las actividades y movimiento en general. «¿Para qué?» se preguntan.
  • Alteración del patrón de sueño, pudiéndose presentar insomnio o, por el contrario, somnolencia durante casi todo el día (suelen ir de la mano ambos síntomas)
  • Dificultades de concentración
  • Un constante sentimiento de culpa de fondo.
  • Pensamientos sobre la muerte, ideas de suicidio.

Hoy, la depresión es omnipresente. Solo en España, el consumo de antidepresivos ha crecido un 200% en los últimos quince años y no es sino el reflejo de una imparable tendencia internacional. ¿Cómo es posible que, en poco más de medio siglo, la depresión se haya convertido en algo «tan común»? ¿Estamos confundiendo la tristeza normal con un trastorno psiquiátrico, como dicen muchos expertos? ¿Estamos patologizando la vida cotidiana?

«Más de 200 medicamentos de uso común pueden generar depresión como efecto secundario«

La depresión es un trastorno mental moderno que, hace siglos, no se daba apenas. Es un trastorno de nuestro tiempo, cuyas causas están profundamente arraigadas en las condiciones del contexto en que vivimos, y en los hábitos y estilos de vida que hemos desarrollado.

Los medicamentos y psicofármacos tampoco ayudan. Muchas personas que toman medicamentos contra la depresión afirman que «se me drena la energía», «a largo plazo me siento peor», «no siento nada, voy como un zombie todo el día».

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No nos engañemos. Soy psicólogo, especializado en psicología clínica, y salvo en los casos más extremos, los psicofármacos solo suponen parches temporales que no solo no solucionan el problema ni atacan sus raíces, sino que lo agravan a largo plazo (desarrollo de dependencia de medicamentos antidepresivos, por ejemplo). Muchas veces, los psicofármacos nos hacen más daño que bien. Me recuerda al proverbio «Ojos que no ven, corazón que no siente».

Imaginaos que tuviéramos una herida muy grave en la pierna, y que en urgencias, en vez de dedicarse a curar la herida, nos pusieran una venda en los ojos para que no mirásemos la horrible herida, pero sin dedicarse a tratarla directamente. ¿Qué tienen en común los casos de depresión y éste ejemplo? Que tendemos a ocultar y escondernos del dolor, en la creencia que eso solucionará nuestros problemas.

El supuesto principal detrás de la estrategia de empachar a algunos pacientes con psicofármacos es el conocimiento científico que tenemos de que los estados mentales y emocionales tienen una base orgánica, química. Es decir, el cerebro produce los pensamientos y las emociones, y el desequilibrio químico de éste es la causa última de los síntomas de la depresión.

Esto es cierto, pues por supuesto que hay un soporte orgánico de lo que pensamos y sentimos. Sin embargo, no basta con tener predisposiciones genéticas a determinados enfermedades y trastornos, pues los genes se activan o desactivan a lo largo de nuestra vida según complejas condiciones.

Sin embargo, la historia de nuestro cerebro no está completa. Faltan piezas, y éstas son el entorno en que vive éste cerebro, y el mantenimiento de éste. La ciencia también ha demostrado que podemos alterar los estados químicos de nuestro cerebro mediante nuestros pensamientos y nuestras acciones (la experiencia lo avala también, sino, décadas de éxito terapéutico a la basura…).

Cualquier tratamiento a base de psicofármacos está incompleto y está condenado al fracaso si no hay un tratamiento psicológico en paralelo, en el que se trabajen precisamente en la gestión de los pensamientos, las emociones y las acciones de las personas.

Nuestro papel en la depresión

La pregunta que hemos de hacernos es: ¿cuál es mi parte en todo esto? ¿Qué clase de vida estoy creando, que he desarrollado una depresión? ¿Qué estoy haciendo con mi vida, que he creado las condiciones en que mi cerebro se ponga depresivo?

Aviso para navegantes: el darnos cuenta y admitir que tenemos responsabilidad en cómo nos sentimos en la vida, también supone darnos cuenta y admitir que tenemos poder sobre ello. Tener poder sobre la causa también implica tener poder sobre la solución. Y nuestro estilo de vida es clave para crear las condiciones para que se desarrolle una depresión.

A continuación, comparto contigo un listado de factores de protección, que reducen significativamente las probabilidades de que desarrollemos una depresión. Siguiendo estos pasos e introduciendo esos elementos en nuestra forma de vida, nos ayuda a crear un contexto en el cual desarrollar una depresión es sumamente improbable.

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¿Qué puedo hacer para evitar desarrollar una depresión?

Ejercicio y actividad física: no solo es divertido y sumamente motivador si se practica con otras personas. La actividad física estimula al cerebro de muchas maneras, modificando su neuroquímica y segregando endorfinas a porrón. Esto no solo nos hacernos sentirnos bien durante y después del ejercicio. La arquitectura del cerebro cambia, y nuestro cerebro se adapta a una práctica continuada, segregando estas sustancias más a menudo.

Pensamientos: mantener a raya las creencias limitantes y los pensamientos que no nos apoyan en el momento presente. Auto-observarnos y evitar caer en el victimismo nos ayuda a crear más resultados en la vida, y encima pone a nuestro cerebro en un estado en que es mucho mas funcional. Atención enfocada en soluciones, no en prolongar el sufrimiento.

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Alimentación sana: sabes perfectamente a lo que me refiero. Nuestras abuelas nos solían decir «lo que se come, se cría» cuando comíamos alguna guarrería, y tenían razón. Comemos para dar combustible y piezas de repuesto a nuestro cuerpo. Si comemos basura, nuestro cuerpo se nutre y reconstruye con basura. Esto también tiene sus consecuencias en el cerebro y en su funcionamiento. Una dieta pobre lleva a un cerebro de actividad pobre.

Relaciones sociales: pasar tiempo con seres queridos y rodearnos de ellos es uno de los factores de protección más poderosos que existen. ¿Pasan tanto tiempo como te gustaría con las personas que más te importan? ¿Te satisfacen las relaciones que tienes en el momento presente? ¿Qué echas en falta? ¿Cómo podrías mejorar este campo?

Metas a corto plazo: una de los síntomas más comunes en la depresión es la falta de interés y energía para llevar a cabo actividades. Todo parece vacío, efímero, inútil, sin sentido. Marcándonos metas a corto plazo, nos aseguramos de que recibiremos estimulación y empujón diario para dar sentido a lo que hacemos.

Actividades placenteras: haz una lista de las cosas que más alegría te traen en la vida. Hazlas más a menudo. Mucho más. Disfruta de lo que te hace feliz, deja de poner excusas. Simplemente, encuentra la manera de traer más disfrute a tu día a día, mediante pequeños actos.

Recuerda, la depresión endógena no existe. La depresión surge de un desequilibrio en la vida de la persona, en su contexto y en su estilo de vida (no de un desequilibrio químico).

Atención en el presente: tener nuestra mente en el pasado suele traer frustración o tristeza, y el atrapar nuestra mente en el futuro suele traer angustia, por lo que no sabemos. ¿Sabes qué es lo mejor del pasado? Que ya terminó. ¿Y lo mejor del futuro? Que todavía no está aquí. Céntrate en el presente, pues es el único lugar en el que puedes estar realmente. El resto está en tu imaginación. ¿No te parece horrible desperdiciar nuestra vida así? ¿Eres consciente de cuánto te estás perdiendo?

Aporta significado: Nada en la vida tiene sentido por sí solo. Las cosas tienen el sentido que nosotros le damos. Incluso si lo que estás haciendo en el momento presente no es lo más excitante del mundo, hazlo importante.

Agradecimiento y apreciación: por lo que sea. En el día a día, damos muchas cosas por sentado, y asumimos que todo lo que hay en nuestra vida está ahí porque debería estar ahí, y punto. Muy a menudo, nos olvidamos de las pequeñas cosas (incluso de las grandes). El apreciar lo que tenemos y nos acompaña en la vida puede traer sentimientos de alegría y paz.

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Para saber más sobre lo que hago, visita www.luismiguelreal.es/psicologo-depresion-valencia/

Luis Miguel Real
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