
¿Qué es la resiliencia?
“Resiliencia” es una de esas palabras con la que está en boca de todo el mundo. Se oye por todas partes y en todo tipo de ámbitos. ¿Pero qué es realmente? Hay muchas definiciones del término. Yo os daré una sola, que es simplemente la que más me gusta a mí personalmente.
“La resiliencia es la capacidad del ser humano para adaptarse a las circunstancias adversas”
Aviso para navegantes: ser resiliente no significa negar el dolor y “jugar a hacerse el duro”. La resiliencia consiste en utilizar nuestros recursos y fortalezas personales para ajustarnos a los eventos imprecedibles de la vida.
Un principio básico que trabajo con mis pacientes es que la vida es impredecible, y que no podemos tener control sobre los acontecimientos. Por supuesto que mediante nuestras acciones y nuestras preparación podemos tener cierta influencia, pero no control absoluto. El aspirar a aguantar los golpes de la vida sin fruncir el ceño y fingir que no nos duele no hace sino acentuar el dolor y mantenerlo a largo plazo.
“El dolor es inevitable; el sufrimiento, opcional”
Salir fortalecidos de situaciones que podrían ser traumáticas en otro momento. Caernos y levantarnos del suelo ante la adversidad. Pero como he dicho antes, caerse está permitido, y es hasta necesario y saludable en muchas ocasiones.
Elementos clave para ser más resiliente
A continuación explico elementos que considero claves para comprender y poner en práctica la resiliencia en nuestras vidas.
1. Actitud de aceptación:
Hay acontecimientos en la vida que no vale la pena negar o resistirse. Son cosas que ya han pasado y por las que poco podemos hacer ya. Echar las culpas, poner excusas y ponernos en actitud victimista tampoco lleva a ninguna solución real del problema. Respirar profundamente y aceptar la realidad tal y como es, nos pone en una mejor posición para dar pasos y avanzar.
2. Interpretar para el empoderamiento:
Podemos interpretar la realidad de infinitas maneras. Cómo interpretemos la realidad definirá las acciones que tomemos (o que consideremos siquiera como opciones). Después de aceptar lo ocurrido, podemos apoyarnos a nosotros mismos mirando la situación desde una perspectiva en la que podemos mejorar las cosas en el futuro, o podemos elegir ver las cosas desde una perspectiva derrotista y sin esperanzas, de resignación. También se podría decir que ésta es una actitud de optimismo realista, y viendo la situación como una de la que podemos extraer aprendizajes.
3. Foco en soluciones:
Si hemos llevado a cabo los dos anteriores pasos, nos encontraremos en el estado de ánimo y actitud idóneos para buscar posibles soluciones y acciones que podemos llevar a cabo en el presente y tener un impacto positivo en el futuro. No nos entretenemos más pensando en el pasado y en lo que podría haber sido en lugar de lo que fue.
Introduciendo éstos elementos en la forma en que vivimos los acontecimientos, iremos cultivando poco a poco la actitud resiliente en nuestra vida. Es cuestión de practicar, pues al reflexionar a menudo y ponerlos en práctica a menudo, llegará un momento en que automatizaremos éste proceso más y más, y ya ni lo pensaremos al hacerlo. Y traerá sin duda mucho bienestar al día a día a corto y a largo plazo.
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