
Pero ¿qué es exactamente la indefensión aprendida?
Se refiere a la condición por la cual una persona o animal se inhibe ante situaciones dolorosas o desagradables, cuando las acciones para evitarlo no han sido fructíferas, terminando por desarrollar pasividad ante este tipo de situaciones. Es cuando una persona cree y está convencida de que no tiene poder para afrontar la situación, y se rinde. Es un estado sustentado por creencias limitantes, y puede ser un lastre para la persona en varios aspectos de su vida.
Por otra parte, no hay una situación en específico que genere la indefensión, es decir, muchas personas pueden vivir la misma situación adversa (incluso de manera grupal) y sin embargo reaccionar diferente ante ella.
Señales de la indefensión aprendida
Una persona que empieza a caer en la indefensión o que ya sufre de ella, comienza a mostrar un retraso en la iniciación de respuestas voluntarias para defenderse de la situación, hasta que poco a poco deja de haberlas (se pierde la motivación).
De igual manera, la persona afectada es incapaz de ver soluciones al problema que le atormenta. Simplemente las desecha, le parecen inútiles, no cree en su efectividad ni en sus recursos. Muchas personas lo describen como “desesperanza”.
La respuesta a la pregunta de por qué una persona no hace nada por salir de una situación radica en la afectación integral de la persona, en el ámbito cognitivo (creencias e ideas), emocional (sentimientos de tristeza o culpa) y fisiológico.
En pocas palabras, toda su persona, los distintos ámbitos psíquicos y somáticos, se sumen en dicho síndrome. En consecuencia, no bastará con tomar la decisión de romper con el ciclo negativo, sino que implica “desaprender” la forma en que se procesa la situación dolorosa o desafiante, o aprender a interpretarla de formas que empoderen a la persona.
Todos somos vulnerables de adoptar este tipo de esquemas de pensamiento, pues pocas veces existe una educación emocional para poder enfrentarnos a ello. La indefensión aprendida se caracteriza por una creencia básica: “no puedo“.
La violencia familiar, el bullying, el mobbing son tan solo algunos ejemplos cotidianos que nos demuestran que este fenómeno está bien presente en nuestra sociedad. De nosotros depende empezar a tomar conciencia de ello y luchar, no solo por minimizar sus efectos, sino también por combatir sus causas. Una alternativa a la indefensión aprendida es la resilencia.
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