
Comes y comes y vuelves a comer, y si no has comido, te lo acabas al día siguiente.
Y si ahora eres vegetariano o vegano, y te prometieron que prepararían algo para ti, y no, no lo hicieron, y te toca pillar hummus del malo del supermercado, que sabe colorante alimenticio.
Pero claro, eso no es lo peor de las cenas navideñas.
Me encanta la peli del Grinch (protagonizada por Jim Carrey) y el mundo se divido en dos tipos de personas: las que esperan que llegue la Navidad, y las que esperan que pase lo antes posible.
Claro, la sociedad nos pide que creamos en la navidad y que estemos contentos y felices y que nos juntemos con la familia y disfrutemos del clima navideño y… eso mola, para algunas personas.
Otras personas pasan de la navidad y de sus mensajes comerciales como de la mierda, y no tienen ningunas ganas de juntarse todavía más con ciertas personas.
Para cada vez más gente (lo que se atreven a admitirlo), la navidad es una época de compromisos sociales y monetarios: se nos alienta a consumir, porque sino, no podemos demostrar que amamos a nuestros seres queridos.
Y no hablemos ya de la familia… nos obligamos a nosotros mismos a vernos con personas que no vemos el resto del año (¿por algo será?). Nos vemos obligados a convivir con familiares con los que a lo mejor somos… menos afines, por decirlo de alguna manera.
Las cenas navideñas son como campos de minas en los que luchamos por ser políticamente correctos… o no
Y claro, nos vemos obligados a resolver estos tejemanejes de la mejor manera posible.
Y no todas las personas tienen las mismas habilidades sociales y de asertividad, para sortear las minas antipersona, los temas espinosos, y contestar a comentarios que otras veces han sido la causa de familiares no hablándose el resto del año.
Y el alcohol actúa como catalizador de muchísimos conflictos, por su efecto desinhibidor.
Porque claro, hay cosas que, estando sobrios, pues nos callaríamos. ¿Por algo será, no?
Y hay temas candentes que están super polarizados. Ciertas ramas del árbol familiar, o personas, tiene opiniones muy diferentes sobre ciertos temas. Nombra cualquier tema político, el aborto, el feminismo o Cataluña, y la guerra está servida.
Y es que nuestra cultura nos dicta el tener que pasar tiempo con la familia… y es que a veces, simple y llanamente, no nos apetece.
La presión social puede ser dolorosa.
Y claro, si insinuamos que éste año no vamos a pasar la Nochebuena con la familia, sino de viaje, o con la pareja, o X… al principio algunas personas se lo tomarán fatal.
¿Pero sabes qué? Probablemente sobrevivirán.
Frases mágicas para evitar ciertos temas
-No me apetece hablar de éste tema ahora
-Sé que tenemos opiniones diferentes, y no me gustaría que terminásemos discutiendo, así que prefiero no hablar de ésto ahora
-Paso 😀
-Uy, me piro a jugar con mi sobrino preferido
Comentarios desacertados
Claro, no todos nuestros familiares son expertos en inteligencia emocional ni empatía, o no son ningunos lumbreras, y sueltan comentarios (no malintencionados, simplemente sin pensar):
-Pues has engordado
-¿Y los niños pa’ cuando?
-¿Cuándo te echas novia?
-Uy, pues el primo Pablo se sacó las oposiciones a la primera…
Y claro, muchas veces, no nos sale callarnos, nos sale contestar, y con toda la rabia acumulada de años hacia ésta persona concreta… 😀
Lo mejor es buscar la manera de cambiar de tema. A corto plazo, nuestro enfado nos va a pedir liarla parda, a largo plazo nos va a traer mucha más paz ignorar ciertos comentarios, o simplemente ir entrenando y educando a nuestros familiares… no contestando.
Dos personas sólo discuten si los dos quieren
Todos tenemos algún primo gilipollas.
O algún tío que bebe demasiado y siempre dice barbaridades en el momento en que no debería.
Es lo que hay.
Cambiar a las personas a nuestro alrededor no es fácil, ni tampoco muy realista.
Y además, puede ser que estés en esa cena familiar navideña, no por ese miembro de la familia que todos rehúyen el resto del año, sino por la abuela a la que sí que echas de menos y ya está mayor, o por tus sobrinitos pequeños que son un amor y te los comerías y…
Las navidades a veces son una mierda, y es difícil evitarlas.
O te vas de viaje a algún país no judeo-cristiano, o te visualizas en tu mejor estado zen para sortear las bombas de las cenas navideñas.
Lo mejor que puedes hacer es prepararte para esa situación desafiante, y cómo vas a centrarte en las pequeñas cosas que sí que te hacen disfrutar, así que ignorar las otras molestias.
¡Y cuidado con el alcohol! Que acabas diciendo cosas que no dirías estando en pleno uso de tus facultades 😉
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