
Hay mucho ruido, muchos distractores, ladrones de tiempo, la vida es demasiado corta para ver tantos vídeos de gatitos.
Pero de vez en cuando pillo algo interesante.
Hace unos días me encontré con este poema, que parece que se hizo viral en ciertos sitios.
Voy a darte algo de contexto, este poema resuena mucho con cosas que pasaron hace siglos con las epidemias de la Peste Negra.
Teniendo el cuenta la situación presente, tiene mucha validez.
Copio y pego:
“Y la gente se quedó en casa. Y leyó libros, y escuchó, y descansó, e hizo ejercicio, y arte, y jugó y aprendió nuevas formas de ser, y se estuvo quieta. Y escuchó más profundamente. Algunos meditaban, algunos rezaban, algunos bailaban. Algunos se encontraron con sus sombras. Y comenzaron a pensar de manera diferente.
Y sanaron. Y, en ausencia de personas que vivían en la ignorancia, peligrosas, sin sentido y sin corazón, la tierra comenzó a sanar.
Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lloraron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, soñaron con nuevas imágenes y crearon nuevas formas de vivir y sanar la tierra por completo, ya que habían sido curadas“.
Kitty O’Meara
Pues a mí me gustó.
No porque piense que es un gran poema, creo que es feísimo.
Lo que ha tocado a mucha gente la fibra es el contenido, la historia en la que te embarca.
Porque estamos todos así. Nos sentidos extremadamente raros con eso de tener que quedarnos en casa para escondernos de un enemigo invisible, un virus que dicen que se originó en la otra punta del mundo.
Y mucha gente se está volviendo tarumba por estar en casa todo el día.
Fijaos que es algo muy simple, estar en casa.
Algo que hacemos todos los días, muchas veces es lo que estamos esperando todo el año, que lleguen las vacaciones para quedarnos en casa.
Y ahora nos piden que nos quedemos en casa.
No nos piden que vayamos a la guerra, no nos piden que enviemos a nuestros hijos a un país extraño a pegarse de tiros con otros chavales por unos litros de petroleo.
Nos piden que nos quedemos en nuestra puta casa.
Y muchos se vuelven locos.
Hay muchas razones para esto se esté volviendo una tortura para mucha gente
Entropía: el principio del caos
Los humanos buscamos el orden, el que podemos, en este mundo de caos. El caos es también un tipo de orden, pero uno que no entendemos con multitud de factores fuera de nuestro alcance.
Buscamos imponer nuestro propio orden al universo, tapar la incertidumbre, y eso nos hace sentir… bien, seguros.
Teníamos montado un cierto orden nuestra vida, los lunes a tal hora voy a trabajar o voy a clase, cojo este o aquel bus, la cafetería de siempre donde me hago un café al salir, la tienda donde me paro a charlar de los politiqueos del día, salir a correr al parque para relajarme.
Pero ahora todo eso se ha ido a la mierda. Nos han jodido el chiringuito.
Entonces, es absolutamente natural y normal que nos sintamos asustados, agobiados.
En la batalla, se lucha por no morir
Es natural que sintamos cosas desagradables en una situación como esta.
Todos somos nuevos en esto. Ninguna persona de nuestra generación (hablo de los que estamos vivos) ha vivido algo parecido.
Ante eventos así, inesperados, con un peligro percibido, se activan nuestros mecanismos de defensa, ansiedad, miedo, lo que sea.
Estas respuestas fisiológicas y emocionales son el resultados de millones de años de perfeccionamiento. Nuestros antepasados han sobrevivido gracias a sentir ansiedad y miedo en momentos de peligro, les han ayudado a lucha o huir con éxito.
Seria muy estúpido aspirar a no utilizar estas herramientas que la naturaleza nos ha dado.
Es una cuestión de selección natural. Negar la ansiedad o el miedo sí que mata.
Demasiado tiempo libre
Después de que muchas personas se han quedado sin su rutina de siempre, se han quedado sin los pasatiempos de siempre.
El resultado es mucho tiempo libre. Para algunos, demasiado, más del que les gustaría.
Porque tener tiempo libre significa tiempo para que la mente se vaya de fiesta, para que surjan pensamientos, muchos de ellos desagradables, con el contexto que tenemos ahora.
A algunas personas les puede ayudar mantener la cabeza ocupada con cosas prácticas.
Para otras lo mejor puede ser seguir pensando, y no huir de ello.
Me explico: los pensamientos de preocupación tienen una función, el dedicar recursos para encontrar una solución para un determinado problema.
Sobre la pandemia solo podemos hacer dos cosas: quedarnos en casa, y lavarnos mucho (y bien).
Sobre la crisis económica, es útil dedicar unos pocos minutos al día a pensar en cómo porras vamos a sacar adelante a la familia, ahora o después de la crisis sanitaria. Sin obcecarse.
Puedes limitarlo a 15 minutos al día, y en ese rato te metes a saco en los pensamientos. Después, te dedicas a otra cosa, probablemente más tranquilo porque ya le has dedicado un tiempo razonable a la cuestión, sin amargarte el día más de lo necesario (estamos bastante limitados en esta situación, es lo que hay).
El castigo / el regalo de la soledad
Hay un fenómenos curioso, que es que suele haber picos en tramitaciones de separaciones, divorcios, o terapia de pareja al terminar el verano.
Porque cuando las personas pasan juntas más tiempo del acostumbrado, pueden pasar básicamente dos cosas:
-O intiman más y se redescubren la una a la otra, y refuerzan su lazo
-Terminan hasta los mismísimos, y se mandan a la mierda mutuamente
Seguro que se van a tramitar muchos divorcios después de esta crisis, también seguro que surgen nuevas parejas de los rincones más inesperados (imagino que compañeros de piso forzados a pasar la cuarentena juntos).
El miedo es ese padre pesado
El miedo es ese padre pesado que nos recuerda constantemente que tengamos cuidado con esto o lo otro.
A veces se equivoca.
A veces acierta, y nos salva la vida.
En cualquiera de los casos, hay buenas intenciones: es una protección motivada por el amor, por el cariño, por el deseo de protegernos. Aunque no siempre nos guste lo que nos dice, va la pena escucharle, al menos un rato.
No estás locos por tener miedo. Estaría loco si no lo tuvieras, con la que está cayendo.
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Cuídate mucho, seas quien seas, estés donde estés.