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▷ Los Illuminati conspiran para que dejes de fumar: Cómo protegerte del Nuevo Orden Mundial

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Lee con atención lo que sigue, porque te voy a contar 4 mentiras

4 mentiras, ni una más y ni una menos.

Tienes que encontrarlas.

Cuidado, que las he escondido muy bien.

Allá van:

  1. No he visto a nadie morir en accidentes de tráfico. Por tanto, nadie muere por accidentes de tráfico. Es una conspiración para controlarnos.
  2. No he visto a nadie morir por coronavirus. Por tanto, nadie muere por coronavirus. Es una conspiración para controlarnos.
  3. No he visto a nadie morir por alcohol. Por tanto, nadie muere por el alcohol. Es una conspiración para controlarnos.
  4. No he visto a nadie morir por el tabaco. Por tanto, nadie muere el tabaco. Es una conspiración para controlarnos.
  5. Fumar mata

 

¿Has encontrado las 4 mentiras escondidas?

Cuidado, hay que ser muy inteligente para pillarlas, muy poca gente lo consigue.

¿De qué hablo en este artículo?

Fumar tabaco es cosa de payasos

joker-fumando

La gran mayoría de fumadores empezaron con la mierda del tabaco cuando eran adolescentes o jóvenes adultos.

La gran mayoría de fumadores se arrepienten de haber empezado y desean que ojalá no hubieran fumado nunca.

Se retractan de una decisión estúpida tomada en los años más inmaduros de su vida, y que les está costando la salud.

Y es que así es la vida. La gran mayoría de adultos con dos dedos de frente se acaban arrepintiendo más tarde o más temprano de la horrible decisión de empezar a fumar tabaco.

¿Esto no debería hacernos reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones, sobre el poder de nuestras decisiones?

Sí, debería, perooo… podemos llegar a ser muy duros de mollera.

Porque, señoras y señores, los adultos (incluso ellos) podemos llegar a ser bastante malos a la hora de sopesar las consecuencias a largo plazo de nuestras elecciones.

La mayoría de fumadores se condenan a sí mismos a una vida de fumar en piloto automático, sin pensarlo demasiado al sacar la cajetilla y el mechero del bolsillo. Simplemente han hecho de ello un hábito que, sin embargo, los va matando lentamente, de manera segura.

Sin embargo, si consiguiesen visualizarse a sí mismos con un agujero en la tráquea para respirar, o en la camilla hacia el quirófano para extirparse un pulmón cancerígeno… se lo pensarían mucho antes de encender el cigarro y llevárselo a la boca.

Algunos fumadores se quitan del vicio a tiempo y antes de que haya consecuencias muy graves. Otros eligen esperarse a tener un susto, como la terrorífica cita en la que el médico les da un fatídico diagnóstico, o el infarto de miocardio que llega sin avisar.

En todas y cada una de esas ocasiones, al fumar se le cruza el pensamiento de «ojalá no me hubiera metido en esta estupidez«.

Y no es ninguna sorpresa.

Pueden fingir que les sorprendió, pero para nada. No fue una sorpresa. Sabían perfectamente a lo que estaban jugando. Solo que no querían mirar mucho.

Es un poco como los bebés. «Si no te veo, no me ves«. Si no miro a la realidad, la realidad tampoco me encontrará a mí.

Por eso hablaba de madurez.

El auto-engaño en los fumadores: el sesgo de confirmación

Otro fenómeno muy estudiado por los psicólogos es lo que llamamos sesgo de confirmación.

Los fumadores están convencidos de que tienen la razón.  La adicción a la nicotina les deja totalmente cegados ante la verdad. Saben perfectamente que el tabaco les mata, pero se hacen muy buenos en negarlo.

¿Y en qué consiste el sesgo de confirmación?

Básicamente, filtramos la información del entorno y nos quedamos con aquello que más le interesa a nuestro ego. No solemos escuchar a los demás para aprender cosas nuevas o encontrar nuevas perspectivas, sino para confirmar aquello que ya pensábamos (independientemente de que fuese cierto o no).

Esto es como en Twitter. La mayoría sigue a gente que tiene opiniones parecidas a la suya, e insulta o bloquea a los que piensan diferente. No solo no aprendemos nada nuevo, es que nos radicalizamos y nos terminamos atascando.

Así les pasa a la mayoría de fumadores. Forman una especie de cortina de humo a su alrededor, desechan cualquier recordatorio de que su vicio les llevará inevitablemente a la enfermedad y a la muerte, y luego son los primeros en acordarse de chorradas anecdóticas del tipo «pues mi tío fumó toda la vida y se murió de otra cosa«.

Pero la mayoría de fumadores no son personas estúpidas o con ganas de morir.

Es una cuestión de comodidad y pereza. La mayoría de las veces, es puro miedo e impotencia. No saber cómo dejar de fumar, o ni siquiera intentarlo, por miedo al fracaso.

Es más fácil cerrar los ojos al asunto (o cerrar la nariz al mal olor del asunto).

¿Quieres dejar de fumar?

No sé si porqué pregunto.

Si fumas, es obvio que deseas dejarlo.

Otra cosa es que sepas cómo empezar o cuáles son las mejores estrategias para tu caso.

Soy especialista en adicciones, y ya he ayudado a un montón de gente a liberarse del monstruo del tabaco. Haz clic aquí abajo y te cuento:

Luis Miguel Real
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