El artículo cuestionaba por qué estamos viendo tal aumento de la ansiedad entre los jóvenes de hoy en día. Como psicoterapeuta y educador en Scouts, estoy de acuerdo en que la ansiedad es un problema generalizado entre los adolescentes.
Es la razón más común por la que personas de todas las edades llegan a mi consulta de terapia.
Algunos jóvenes son perfeccionistas con un miedo paralizante al fracaso. Otros se preocupan tanto por lo que sus compañeros piensan de ellos, que son incapaces de funcionar con normalidad.
Algunos han pasado por circunstancias difíciles a lo largo de sus jóvenes vidas. Pero otros tienen familias estables, padres que los apoyan y muchos recursos (económicos y sociales).
Sospecho que el aumento de la ansiedad refleja varios cambios sociales y culturales que hemos visto en las últimas dos décadas.
He aquí las 8 razones principales:
1. Las nuevas tecnologías ofrecen una vía de escape poco saludable.
El acceso constante a los dispositivos digitales permite a los niños escapar de emociones incómodas como el aburrimiento, la soledad o la tristeza sumergiéndose en juegos cuando están en el coche o chateando en las redes sociales cuando se les manda a sus habitaciones.
Y ahora estamos viendo lo que sucede cuando toda una generación ha pasado su infancia evitando la incomodidad.
Sus aparatos electrónicos reemplazaron las oportunidades de desarrollar la fuerza mental, y no adquirieron las habilidades de afrontamiento que necesitan para manejar los desafíos cotidianos.
2. La felicidad está de moda.
La felicidad es enfatizada tanto en nuestra cultura que algunos padres piensan que es su trabajo el hacer a sus hijos felices todo el tiempo. Cuando un niño está triste, sus padres lo animan. O cuando está enojado, lo calman.
Los niños crecen creyendo que si no sienten alegría todo el tiempo, algo debe ir mal.
Eso crea mucha confusión interna. No entienden que es normal y saludable sentirse triste, frustrado, culpable, decepcionado y enojado a veces también.
3.. Los padres están dando refuerzos poco realistas.
Decir cosas como, “Eres el mejor jugador de tu equipo” o “Eres el niño más inteligente de tu clase” no construye la autoestima. Aunque se diga con las mejores intenciones del mundo, en muchos casos acaba convirtiéndose en una pesada cadena para los chavales.
Presiona a los niños a cumplir con esas expectativas, una etiqueta por la que deben trabajar duro. No puede permitirse “no ser el mejor”.
Eso puede llevar a un miedo paralizante al fracaso o al rechazo.
4. Los padres se están viendo atrapados en la carrera de las ratas.
Muchos padres se han convertido en asistentes personales de sus adolescentes. Trabajan duro para asegurar que sus adolescentes puedan competir: Contratan tutores y entrenadores deportivos privados y pagan por costosos cursos intensivos, de inglés, de piano, de lo que sea.
Trabajan duro para asegurarse de que sus críos van a impresionar a los vecinos, los profesores y a las demás familias. Y promueven el mensaje de que su adolescente debe sobresalir en todo. Siempre.
5. Los jóvenes no están aprendiendo habilidades emocionales.
Enfatizamos la preparación académica y ponemos poco esfuerzo en enseñarles a los niños las habilidades sociales y emocionales que necesitan para ser felices en la vida.
Saber cómo administrar su tiempo, combatir el estrés y expresar sus emociones son componentes clave para vivir una buena vida. Sin habilidades saludables para enfrentar una situación, no es de extrañar que los adolescentes se sientan ansiosos por los problemas cotidianos.
6. Los padres se ven a sí mismos como protectores en lugar de guías.
En algún momento, muchos padres comenzaron a creer que su papel es ayudar a los niños a crecer con la menor cantidad de cicatrices emocionales y físicas posibles.
Se volvieron tan sobreprotectores que sus hijos nunca practicaron cómo afrontar los problemas por sí mismos.
En consecuencia, estos niños han crecido para creer que son demasiado frágiles para hacer frente a las realidades de la vida.
7. Los adultos no saben cómo ayudar a los niños a enfrentar sus miedos de la manera correcta.
En un extremo del espectro, encontrarás padres que presionan demasiado a sus hijos. Ellos obligan a sus hijos a hacer cosas que los aterrorizan.
En el otro extremo, encontrarás padres que no presionan a sus hijos para nada. Dejan que sus hijos opten por no hacer nada que suene a ansiedad.
La exposición es la mejor manera de conquistar el miedo, pero solamente cuando se hace de manera paulatina y sistemática. Sin práctica, un empujón suave y orientación, los niños nunca ganan confianza en que pueden enfrentar sus miedos de frente.
8. Muchos padres están criando a sus hijos mediante la culpa y miedo.
La crianza de los hijos despierta emociones incómodas, como la culpa y el miedo. Pero en lugar de permitirse sentir esas emociones, muchos padres están cambiando sus hábitos de crianza.
Por lo tanto, no pierden de vista a sus hijos porque eso les provoca ansiedad, o se sienten tan culpables por decirles que no a sus hijos, que se echan atrás y se rinden.
Consecuentemente, les enseñan a sus hijos que las emociones incómodas son intolerables.
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