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▷ 3 Testimonios de Fagofobia (Miedo a Tragar)

testimonios de fagofobia
La fagofobia es un trastorno poco conocido pero que afecta a muchas personas en silencio. Se trata de un miedo irracional a tragar o atragantarse, que puede llevar a problemas graves de ansiedad y dificultades en la alimentación. En este artículo, recopilaremos diversos testimonios de personas que han sufrido fagofobia y han logrado superarla gracias a la ayuda de profesionales de la salud mental.

¿De qué hablo en este artículo?

Testimonios de fagofobia

Casandra, 27 años

Tengo 27 años y si me hubieran dicho hace diez años que iba a tener miedo de algo tan básico como tragar, probablemente me hubiera reído en su cara. Pero aquí estamos, en el club de la fagofobia, un sitio en el que nunca pensé que me inscribiría.

La cosa empezó sutilmente, no fue un evento traumático ni nada parecido. Empezó como una incomodidad, algo que ni siquiera tomé en serio. Pero con el tiempo, esa sensación de «algo no va bien» se convirtió en un temor legítimo cada vez que tenía que comer algo más complejo que una sopa.

Y, a ver, no es que viva de caldos y purés, pero digamos que he desarrollado una relación amor-odio con el blender.

El trabajo no facilita las cosas. Almuerzos de trabajo, cenas con clientes… es como navegar un campo de minas mientras intentas mantener una fachada de normalidad. Recuerdo una presentación importante con un cliente, y todo lo que podía pensar era en cómo iba a sortear el almuerzo posterior sin parecer una completa lunática.

Spoiler: acabé fingiendo una alergia alimentaria. Sí, de esas inventadas en el momento.

No todo el mundo lo entiende. Mis amigos y familia saben lo básico, pero hay miradas, esos momentos incómodos en los que sabes que están pensando «¿pero qué le pasa?». Intento llevarlo con humor, la broma de que soy la crítica gastronómica que no come. Pero no siempre es fácil.

He probado de todo, desde terapia hasta técnicas de relajación y aunque hay días buenos, los días malos son un recordatorio de que esto no es algo que simplemente va a desaparecer porque yo lo desee. Lo que sí he aprendido es a ser más compasiva conmigo misma, a entender que todos cargamos con nuestros propios miedos, por irracionales que sean.

Salir a cenar ya no es una actividad placentera, es más bien un ejercicio de estrategia y, a veces, simplemente renuncio y me quedo en casa. Y aunque me frustra, también me ha enseñado a apreciar las pequeñas victorias. Cada comida que logro disfrutar sin ansiedad se siente como un gran logro.

Así que aquí estoy, a mis 27 años, lidiando con la fagofobia. No es fácil, pero estoy aprendiendo a navegarlo, un día a la vez, y a encontrar la manera de no dejar que este miedo defina quién soy o qué puedo hacer. La vida continúa, y aunque tenga que adaptar algunas cosas, estoy determinada a no dejar que esto me detenga.

▷ Cómo Superar el Miedo a Tragar: Tratamiento Cognitivo-Conductual para la Fagofobia

Cristina, 19 años

Tengo 19 años y desde hace un tiempo me han etiquetado con un palabro que ni sabía que existía: fagofobia. Sí, como lo oyes, miedo a tragar. Y no, no es una broma de mal gusto, es mi realidad.

La cosa es que no siempre he sido así, pero hace un par de años, en una cena familiar, me atraganté con un pedazo de carne. Fue un momentazo de esos de película, con todo el mundo pegando palmadas en mi espalda mientras yo intentaba recordar cómo se respiraba. Desde ese día, mi relación con la comida es, cómo decirlo, complicada.

Comer en público se ha convertido en mi peor pesadilla. Hay que ver lo que es sudar frío cada vez que tengo que enfrentarme a un plato de comida delante de gente. Y no es solo miedo, es como si mi garganta dijera: “Hoy no, cariño”, cada vez que intento tragar algo más grande que un grano de arroz.

Mis amigos intentan entenderlo, pero hay miradas que no necesitan palabras. El otro día, intentando ser “normal”, me fui de tapas con unos amigos. Craso error.

Ahí estaba yo, disimulando mi pánico mientras todos devoraban sus platos. Al final, terminé jugando con la comida, cortándola en trocitos minúsculos que de todos modos no me atreví a comer. Acabé inventando que no tenía hambre, clásico.

Y ni hablemos de las citas. Sí, porque intentar explicar a tu ligue por qué prefieres ir al cine y saltarte la cena es todo un reto. “Es que tengo una dieta muy especial”, suena a excusa barata.

La última vez que intenté comer fuera en una cita, pasé más tiempo en el baño intentando calmarme que sentada en la mesa. El chico, un sol, decidió que mejor pedíamos helado. Helado, ¿eh? Lo líquido es menos amenazante, pero igual me las vi negras.

No todo es un drama, he ido a terapia y eso me ayuda bastante. Estoy aprendiendo a manejar la ansiedad, a enfrentarme a mis miedos poco a poco. Pero te mentiría si te digo que no me afecta. Mis padres están en plan superapoyo, pero veo en sus caras la preocupación cuando creen que no miro.

En fin, la fagofobia es una lata, un monstruo invisible que se sienta en tu mesa cada vez que vas a comer. Pero estoy peleando, eh. Que se prepare, porque tengo un arsenal de estrategias de mi terapeuta y una voluntad de hierro. Algún día, espero poder comerme una hamburguesa en público sin que parezca que estoy desactivando una bomba. Hasta entonces, aquí sigo, la chica que le tiene miedo a tragar, encontrando su camino un bocado a la vez.

▷ Fagofobia: 7 Causas y 8 Consecuencias del Miedo a Tragar

Victoria, 22 años

Bueno, ¿por dónde empiezo? Tengo 22 años y llevo arrastrando esta movida de la fagofobia ya un tiempo. Sí, sí, lo has oído bien, me cuesta un mundo tragar. Que si lo piensas fríamente, es de lo más irónico porque, vamos, ¡es tragar! Algo que se supone que hacemos sin pensar desde que somos unos mocosos.

Mi problema empezó, no sé, hace unos años. No fue por un susto ni nada, simplemente un día empecé a rayarme con que me iba a atragantar cada vez que comía algo más sólido que un puré de patatas.

Y de ahí, la cosa fue a más. Ahora, lo de sentarme a comer con mi familia es un numerito. Mi madre, que es un sol, intenta hacer comidas que no me agobien, pero el simple hecho de estar ahí, con el plato delante, ya me pone tensa.

Salir con mis amigas es otro tema. Ellas se piden unas pizzas gigantes y yo me quedo mirando mi ensalada como si fuera a saltar y atacarme. Y no te cuento cuando salgo de fiesta y luego todos quieren acabar en algún sitio comiendo.

Yo me pido una bebida y finjo que no tengo hambre, que si engordo, que si la dieta… Excusas baratas que ni yo me creo.

Lo peor fue en una boda a la que fui el año pasado. Todo el mundo feliz, comiendo, bebiendo, y yo calculando cómo pasar desapercibida en la mesa para que nadie notara que apenas tocaba la comida. En un momento de inspiración, decidí ser la fotógrafa no oficial del evento, solo para tener una excusa para levantarme de la mesa.

He ido a terapeutas, claro que sí. Y me han ayudado, no voy a mentir. He mejorado un poco, en plan ahora puedo comer en público sin que se me salga el corazón por la boca. Pero aún es un camino largo. Cada comida es un desafío, como si tuviera que convencerme a mí misma de que no, no voy a atragantar, que todo va a estar bien.

A veces, cuando estoy en un buen día, me río de mí misma. Me imagino contándole esto a mis nietos, como la anécdota de la abuela que le tenía miedo a la comida. Pero en los días malos, cuando la ansiedad me puede, no hay nada que me saque una sonrisa.

En fin, que así estoy, aprendiendo a lidiar con esta fobia rara mía, intentando no dejar que me controle. Porque al final del día, quiero poder disfrutar de una comida sin que sea el fin del mundo. Y, quién sabe, igual y algún día me río de esto mientras me como un filete sin pensarlo dos veces.

▷ 10 Síntomas de la Fagofobia: Cómo saber si tienes miedo a tragar o atragantarte

Impacto de la fagofobia en la vida diaria

  • Ansiedad constante debido al miedo a tragar.
  • Dificultades para alimentarse y mantener una dieta equilibrada.
  • Impacto en sus relaciones sociales y emocionales.

Tratamiento online como clave para la recuperación

Gracias al apoyo de terapeutas especializados, asandra pudo acceder a un tratamiento online que se adaptaba a sus necesidades. A través de sesiones virtuales, trabajó en superar sus temores y ansiedades, recuperando poco a poco su bienestar emocional. La terapia le brindó herramientas para enfrentar su fobia de manera efectiva, permitiéndole avanzar hacia una vida más plena y tranquila.

▷ 10 Ejercicios para Superar el Miedo a Tragar (Consejos prácticos)

Reconocimiento de síntomas y búsqueda de ayuda especializada

La fagofobia conlleva una serie de síntomas que pueden ser reconocidos para buscar la ayuda necesaria. La terapia cognitivo-conductual se ha demostrado altamente efectiva en el tratamiento de este trastorno, permitiendo a los afectados enfrentar su miedo de manera gradual y controlada.

▷ Test de Fagofobia (15 preguntas): Descubre si sufres miedo a tragar alimentos

Efectividad de la terapia cognitivo-conductual en el tratamiento

  • La terapia cognitivo-conductual se centra en identificar y modificar pensamientos negativos y comportamientos disfuncionales relacionados con la fagofobia.
  • Mediante la reestructuración cognitiva, se trabaja en cambiar las creencias irracionales y temores asociados a tragar o atragantarse.
  • La exposición gradual a los estímulos temidos, junto con técnicas de relajación y respiración, ayuda a superar progresivamente el miedo irracional.

Afrontamiento del miedo y trabajo conjunto con profesionales de la salud mental

El proceso de enfrentar el miedo a tragar y trabajar en colaboración con especialistas en salud mental es fundamental para superar la fagofobia de forma exitosa. Gracias a esta labor conjunta, los afectados pueden recuperar la tranquilidad y el bienestar emocional perdido a causa de este trastorno.

https://luismiguelreal.blog/2024/04/02/cuanto-dura-la-fagofobia/

Luis Miguel Real
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